Parecerá de perogrullo, pero una medalla tiene dos caras: anverso y reverso. Y aunque, repetimos, parezca una obviedad, cuando uno observa la historia del arte de la medalla, no han sido tantos los autores que han explotado al máximo esta característica tan propia del género.
No hacemos de menos con esto a quienes han labrado unifaces, ni tampoco a quienes han disociado hasta el extremo las dos partes del metal -nunca mejor dicho- cual cara y cruz. De hecho -y sin la necesidad de hacer un exhaustivo repaso ahora- estas dos opciones han sido las más utilizadas en la historia de la medallística.
En cambio -y a esto venimos hoy aquí- no aprovechar el maravilloso juego al que se presta un arte que nos ofrece el poder trabajar a dos caras, parece poco menos que un desaprovechamiento palmario. Afortunadamente algunos autores se han dedicado a ello -especialmente en la vanguardia- y por eso tendremos que ponderar la obra de Natasha Ratcliffe (Southport, Reino Unido, 1982), la cual nos sirve no solo para insertar a la primera fémina de la serie «Medallistas de hoy», sino también para introducir a la más joven de un elenco de autores de nivel que, por lo general, tienen ya un bagaje de décadas en este mundo del arte.
Formada en las Bellas Artes, es escultora y joyera con taller propio, valor este último bastante común en las nuevas hornadas del ars metallica. Bronce, madera, esmalte, pan de oro, latón… son sus materiales, y por lo que respecta a la medalla, su retórica, la perfecta combinación discursiva entre anverso y reverso, su mejor aval artístico.
No es casualidad que hasta el British Museum se haya preocupado de atesorar alguna de sus bifaces, obras que en ocasiones simplemente juegan a relacionar espontáneamente anverso y reverso, mientras que, en otras, ese juego entre ambos crea un discurso tan retórico, como potente y persuasivo. Black Spot (2004) es un buen ejemplo de esto último: un revolver parece disparar a derecha (POW), pero mientras giramos el cospel de canto en esa misma dirección (ER), y luego a reverso (LESS), la fuerza mortífera de la detonación se torna retóricamente en mera impotencia (POW-ER-LESS).
Por su parte, piezas como Hope (2009), Octopus’ Garden o Peter Pan (2013) testimonian también ese magnífico aprovechamiento dialéctico de las dos caras del metal, pero como si de un juego de imágenes se tratara.