- Exposición «Los exilios de Renau» / Josep Renau
- Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), Valencia / Hasta el 9 de enero de 2022
Monumental se presenta el arte de Renau en el IVAM porqué, en primer lugar, así se le siente cuando uno se mete bajo la composición del Retrato de la burguesía del Sindicato Mexicano de Electricistas, mimetizada al inicio de la muestra; y monumental también porqué los otros dos pilares de la exposición ponderan su capacidad técnica y artística –es el caso de la serie The American Way of Life-, así como su síntesis creativa -véase, los murales de Halle Neustadt en Alemania-.
Situarse bajo el Retrato del sindicato, que nos espera al fondo del primer tramo de la sala, cual monumental ábside románico -si bien es cierto que no se corresponde con la perspectiva arquitectónica real del histórico edificio mexicano-, es sentirse pequeño ante tan gran despliege de fuerzas centrípetas, aún algunas con intención de liberadoras. La iconografía es rica y comprensible, y los infiernos de la maquinaria retratada -ahora cual predela gótica ilustrando la caída al fuego de los pecadores condenados-, quedan liberados gracias al iluminador sol del techo -acertadamente transformado aquí en caja de luz-.
En torno a esta primera experiencia estética, nos aguarda también el primer achaque de una exposión a medias; nos falta la primera experiencia crítica. No cabe a dudas el sentido global que cristaliza sobre gran parte de la obra de Renau: una perspicaz urdimbre artística que lucha por el socialismo y se enfrenta al fascismo y el capitalismo, todo tejido sobre una batalla cultural esforzada y efectiva, pero también repleta de decepciones frente a las esperanzas. Y ponderar todo esto, debe ser también trabajo del comisariado de la muestra. Es llamativo, por ejemplo, pasar por alto en esta primera parte la relación entre las proclamas de Renau o Siqueiros -motor este último del Retrato de la burguesía– y los resultados prácticos de estas. ¿Qué puede pensar el espectador ante “La electrificación total de México acabará con la miseria del pueblo” (1941)? Pasa lo mismo con el devenir de los murales de la Halle-Neustadt (1970-71)
Es soberbio el montaje -a mitad de sala- de los bocetos finales de los murales de Josep para la residencia estudiantil sita en la mentada ciudad alemana. Como si de arquitecturas efímeras triunfales se trataran, este programa ideado por el valenciano revela la síntesis de su caracter creativo, su voluntad por realizar un arte abiertamente democrático, absoluto, para todos. La pequeña cuadrícula -planificadora de la aplicación cerámica- da una idea de la empresa; da una idea de lo mesurado también de sus composiciones. Composiciones que se desarrollan curvas, estiradas y centrífugas, tras la oculta ortogonalidad matemática.
Aquí, por cierto, la segunda mengua de curadoría. ¿Cómo pueden mostrarse los dos enormes originales de Halle, sin ponerse en explícita evidencia la censura que sufrió Renau por parte de la República Democrática Alemana? ¿Cómo no explicitar que su magnífica obra sobre los fenómenos de la naturaleza para su segundo panel vertical, fue cercenada a cambio de un “horroroso” -en palabras de su estimada amiga Waltraud Schwarze- pastiche marxista fruto del socialismo real?
Y finalmente, el tercer gran pilar de «Los exilios de Renau», es esa espectacular visión panorámica -segunda vez que se ve al completo en el IVAM- de los 69 originales de la serie The American Way of Life. Veinte años de un periplo histórico del fotomontaje que debe completarse con el conocimiento de su parte más procedimental; eso sí, si pasamos por la Biblioteca del Instituto, ya que es aquí -en una exhibición paralela- donde podemos observar esos recortes de la revista Life que explican el quehacer de nuestro artista.
La exposición, y cerramos ya, se complementa con otros interesantes documentos de la Fundación Renau custodiados en el museo -como fotografías en gelatina de plata-; fotomontajes de Alexander Zhitomirsky -gran diálogo para los de Renau-; portadas de revistas -como Lux. La revista de los trabajadores-; carteles cinematográficos; propoganda antiestadounidense para la España franquista -muy interesante para la ponderación de los mitos autarquistas-; o la proyección de documentales, donde destaca uno de la serie de caricaturas que hizo para la televisión pública de la RDA, y que él mismo reconoció que nunca fueron de su agrado.